Vamping
¿Qué es lo último que hacemos justo antes de ir a dormir? Si la respuesta es mirar el teléfono móvil, es probable que suframos alteraciones del sueño y una disminución en el rendimiento.
Así de contundentes son las advertencias de los expertos sobre el daño que causan las luces de las pantallas en los momentos previos al descanso nocturno.
Diversos factores pueden influir en la calidad de nuestro sueño, tales como el estrés, las inquietudes laborales o familiares, un mal manejo de las emociones, malos hábitos de sueño, anticipar pensamientos sobre el futuro o desvelos excesivos.
Muchos de estos aspectos están fuera de nuestro control, por lo que es esencial identificar conductas o hábitos que puedan perturbar nuestro sueño.
Una de esas conductas que debemos evitar es el ‘vamping’.
¿Qué es el ‘vamping’?
El término ‘vamping’ se origina de las palabras en inglés ‘vampire’ (vampiro, un ser que opera principalmente durante la noche) y ‘texting’ (enviar mensajes).
Se trata de una práctica común entre los adolescentes que implica el uso excesivo de dispositivos electrónicos como móviles, ordenadores, tablets o consolas, justo antes de ir a la cama.
Esto impacta negativamente en la calidad del descanso al disminuir las horas necesarias de sueño y por los efectos nocivos que la luz de las pantallas tiene en nuestro organismo.
Este fenómeno ha llevado a que muchos jóvenes experimenten insomnio precoz.
La luz de onda corta que emiten estos dispositivos está detrás de los problemas asociados con su uso nocturno.
Para poder dormir, nuestro cuerpo produce melatonina, un proceso que ocurre aproximadamente dos horas antes de que nos retiremos a descansar.
El uso de dispositivos electrónicos con luz impide que el cerebro reconozca el momento de dormir, ya que interpreta que todavía es de día y, por ende, no libera la hormona necesaria para inducir el sueño.
Esta exposición a la luz retrasa el inicio del sueño y se traduce en menos horas de descanso, lo que se denomina insomnio tecnológico.
Este fenómeno es más común entre niños y adolescentes, aunque cada vez más adultos también se ven afectados.
Según un estudio realizado por PiLeJe, el 52% de los jóvenes encuestados, entre 12 y 17 años, admiten revisar aparatos electrónicos antes de acostarse.
Esto provoca que uno de cada cuatro adolescentes experimente somnolencia y dificultades de concentración en sus estudios durante la mañana.
Además, más de la mitad de los jóvenes que utilizan estos dispositivos antes de dormir, reconocen que no logran controlar el tiempo que pasan con el teléfono y que, generalmente, le dedican más tiempo del que les gustaría (55%).
¿Cuáles son sus efectos en la salud?
Usar excesivamente aparatos electrónicos puede dar lugar a adicciones tecnológicas como la ‘nomofobia‘, que es el temor a estar sin teléfono o desconectado de internet.
La exposición a pantallas antes de dormir tiene diversas repercusiones en nuestro organismo.
El fenómeno del ‘vamping’ no solo impacta en la calidad del sueño, sino que también afecta nuestra salud en general.
La luz emitida por las pantallas influye directamente en la glándula pineal, ubicada en el cerebro.
Es la responsable de producir melatonina, una hormona esencial para conciliar el sueño y descansar adecuadamente.
Además, el ‘vamping’ no presenta beneficios para nuestro cuerpo y sus posibles efectos son variados:
- Un aumento de peso puede ser consecuencia de alteraciones en los hábitos de sueño.La disminución de melatonina provoca cambios metabólicos que incrementan el apetito y las ganas de consumir alimentos azucarados y grasos.Asimismo, una disminución en la actividad física a causa del cansancio y la fatiga, contribuye a un menor gasto calórico y favorece aún más el aumento de peso.
- Agotamiento y falta de fuerza física.
- Estrés: podemos levantarnos al día siguiente sintiendo que no hemos logrado descansar adecuadamente, y que no hemos desconectado de los problemas o situaciones del día anterior.
- Cansancio visual: nuestros ojos fatigados sufren con la exposición a la luz de las pantallas, lo que a largo plazo puede ocasionar problemas oculares.
- Alteración en nuestra personalidad: nos volvemos más susceptibles por la falta de sueño o por no descansar adecuadamente.
- Existe una fuerte conexión con la ansiedad generada y ciertos cambios en nuestro comportamiento.
- Dificultades para llevar a cabo tareas simples, lentitud en el aprendizaje y una notable falta de concentración en las actividades cotidianas.
- Dolores musculares y cefaleas por las posturas incorrectas que adquirimos con los dispositivos mientras estamos acostados en la cama o mal sentados en el sofá.
¿Qué debemos hacer para conseguir un mejor descanso?
– Mantener el teléfono alejado de la mesita de noche evitará que lo usemos de manera habitual.
– Acostumbrarse a pasar 10 minutos en la cama sin hacer nada, en un estado de relajación que indique al cerebro que es momento de descansar.
– Apagar la conexión wifi al principio puede ayudar a desconectar y evitar la tentación de revisar el móvil una vez más.
– Establecer rutinas y horarios fijos sin tecnología, como leer en papel, hacer listas de tareas para el día siguiente, realizar actividades o juegos en familia, escuchar música relajante o simplemente intentar vaciar la mente tranquilizándose en la cama.
– Para los jóvenes, se pueden implementar controles parentales que limiten el uso de dispositivos durante la noche.
– Ser un modelo a seguir es fundamental. Los niños tienden a replicar las acciones de sus padres. Si ellos practican el ‘vamping’, es probable que esos pequeños adopten comportamientos similares al crecer.
Y por si con esto no bastara, pensar que un buen descanso previene problemas como la presión alta, los ictus, los ataques al corazón e incluso la depresión, tal vez nos motive a apartar las pantallas en un momento tan crucial como el descanso nocturno.
“A veces la mejor solución es apagar el teléfono e irse a dormir.“