Desmontando mitos sobre los alzadores con apoyabrazos
En primer lugar, debemos comentar que los llamados “apoyabrazos” no son elementos diseñados para apoyar los brazos, sino que su forma deriva de proporcionar un guiado a la cinta pectoral del cinturón de seguridad.
Ni su altura ni su dimensión se han tenido en cuenta para la función de apoyar el brazo. Pasa algo parecido con los apoyacabezas de los vehículos, que desarrollan una función primordial de seguridad en caso de una colisión posterior, pero que en ningún caso se han diseñado como un elemento de confort.
Volviendo a los “apoyabrazos”, desde hace años se ha extendido el rumor o mito de que los alzadores que no dispongan de este sistema no proporcionan la seguridad adecuada a los menores en caso de colisión, incrementando el riesgo de daños en la zona abdominal del menor.
¿Son necesarios, por tanto, los “apoyabrazos” en los alzadores con respaldo? La respuesta es simple. No, no son necesarios y vamos a explicarte la razón.
El cinturón de seguridad de 3 puntos, el que utilizan todos los vehículos hoy en día, tiene una banda abdominal, que pasa por la pelvis, y otra pectoral, que retiene todo el pecho hasta el hombro. La cinta abdominal debe pasar por la zona donde las piernas del menor se juntan con la pelvis, pero sin dejar holguras ni espacios entre la posición de la pelvis del menor y el cinturón de seguridad. Esa posición del cinturón de seguridad se consigue con una colocación correcta del menor en el sistema de retención infantil, a partir de su posición en altura y su posición longitudinal.
Por eso, los alzadores con respaldo mantienen al menor más adelante y más alto que el asiento del vehículo. En esa postura el “apoyabrazos” no debe intervenir, ya que lo único que puede hacer es variar artificialmente el correcto posicionamiento del cinturón. Por lo tanto, en ningún caso este elemento define la colocación del cinturón abdominal.
Desde el punto de vista de la seguridad, el “apoyabrazos” es el que limita el movimiento hacia arriba de la cinta pectoral, causante de lesiones en el cuello y en el pecho. Si no se limita ese movimiento, la banda pectoral tiende a desplazarse hacia arriba a medida que el menor se va decelerando en una colisión. Es, en ese punto, donde necesitamos un sistema que limite esa posibilidad.
Los fabricantes de sistemas de retención infantil utilizan diferentes técnicas para conseguir esa limitación, y un pequeño gancho es suficiente para cambiar la dinámica del cinturón y evitar esa subida del cinturón. Vemos ejemplos de ello en las principales marcas del mercado.
Además, diferentes estudios han demostrado que el uso de “apoyabrazos” dificulta la instalación del menor, dado que es bastante sencillo no colocar la cinta pectoral correctamente y pasarla por encima del apoyabrazos en lugar de por debajo, cosa que favorecería ese movimiento pectoral, incrementando el riesgo de lesiones.
Esta es la razón principal por la que fabricantes de primer orden desestiman el uso de estos “apoyabrazos”, decantándose por instalar simplemente ganchos o soluciones similares, y, así, evitar el riesgo de mala instalación por un elemento cuyo uso se haya mal interpretado.
La conclusión es que tanto los sistemas de retención infantil con “apoyabrazos”, como aquéllos que no los llevan, nos ofrecen el mismo nivel de seguridad en caso de colisión, y en ningún caso esto debería ser un motivo para decantarnos por la adquisición de un sistema u otro.
AUTOR:
Fundación MAPFRE