El papel de la educación alimentaria en el consumo responsable
En este artículo queremos llamar la atención sobre la urgente necesidad que existe en las sociedades actuales de adquirir una educación alimentaria que ayude a detener la epidemia de obesidad y enfermedades crónicas (cardiovasculares, cáncer, respiratorias, diabetes, etc.) que las aquejan.
Desde este punto de vista, el objetivo de esta educación debería ser adquirir criterios concretos y realistas sobre lo que es una alimentación saludable que permitan ser críticos a la hora de decidir la comida que se elige y donde se adquiere.
La carencia de estos conocimientos y su necesidad en la sociedad actual queda de manifiesto en la siguiente cita del dietista nutricionista Julio Basulto y el abogado Francisco José Ojuelos Gómez:
“Se ha revelado que incluso cuando el consumidor medio intenta hacer elecciones dietéticas saludables, aumentando, por ejemplo, el consumo de fibra y reduciendo ligeramente el de grasas saturadas, acaba escogiendo opciones que suponen una ingesta de sal y azúcares del doble de la recomendada.
Los consumidores carecen de conocimientos esenciales en relación con la sal (ingesta dietética recomendada, fuentes primarias de alimentos y relación entre la sal y el sodio).
El etiquetado nutricional es útil cuando se comprende, pero ni siquiera una educación de nivel universitario garantiza su compresión: poco más de la mitad (53,9%) de los encuestados con formación universitaria de al menos cuatro años fue capaz de contestar correctamente el 100% de las cuatro preguntas en relación con el etiquetado nutricional”.
Información o desinformación
Además, hay que tener en cuenta que una educación en este campo se ve obligada a luchar contra la oleada de desinformación y confusión generada por la publicidad y marketing de una industria muy poderosa cuyo objetivo es y será siempre aumentar sus beneficios no cuidar la salud pública.
Igualmente, la información ofrecida por los medios de comunicación tampoco ayuda porque no siempre es tan rigurosa en estos temas como debería ya sea por desconocimiento, existencia de intereses encubiertos o negligencia.
A todo ello hay que añadir el efecto de las redes sociales, que podrían ser una buena vía de difusión de prácticas saludables pero que, a la hora de la verdad, fomentan en muchas ocasiones la desinformación, la manipulación y la negligencia.
Educación nutricional y relación con la comida
Establecida la necesidad de la educación nutricional, nos gustaría especificar de manera muy sintética lo que puede aportarnos en nuestra relación con la comida:
- Diferenciar la información relevante de la prescindible.
- Distinguir si un dato es fiable (científico) o sesgado e interesado (publicidad y marketing).
- Memorizar cuales productos son sanos y cuales insanos.
- Disponer de herramientas que permitan tomar decisiones correctas sobre alimentación.
Aunque pueda parecer muy evidente, no podemos terminar este artículo sin recordar que no es suficiente con disponer del conocimiento. Por el contrario, para que éste sea útil debe ser trasladado a la práctica diaria.
A ese respecto se pueden mencionar los resultados de un estudio realizado en 2010 con 1004 personas. Se hicieron dos grupos con los participantes: uno de ellos recibió educación alimentaria y el otro recibió cupones de descuento para alimentos saludables. Al concluir el experimento se comprobó que las personas que habían recibido los cupones aumentaron la compra de alimentos más recomendables para la salud, pero a los que se había impartido la formación, no.
Por tanto, las enseñanzas adquiridas deben transformarse en hábitos que guíen nuestro comportamiento. Esto resulta especialmente complicado en el caso de la alimentación debido al fuerte componente emocional que tiene.
Tampoco ayuda el hecho de que, en la sociedad en la que vivimos, haya tantas tentaciones en ambientes que autores han designado como “obesogénicos” porque fomentan una mala alimentación.
Conclusión
Terminamos recordando que la falta de conocimiento o las intoxicaciones de información son el primer paso o la puerta para que se propaguen prácticas insanas e intoxicaciones alimentarias. Frente a ello es necesario adquirir la sabiduría que nos permita implementar una alimentación que mejore nuestra salud, asegure nuestro equilibrio mental y emocional y contribuya al cuidado del medio ambiente.