Efectos del ejercicio físico sobre el estrés

El estrés consiste en una respuesta del organismo ante demandas internas o externas que se perciben como amenazantes. Por tanto se trata de una reacción natural, instintiva y automática muy útil en situación de peligro o riesgo que supongan una amenaza para la propia integridad.

El problema se origina cuando esta reacción del cuerpo se mantiene en el tiempo y se convierte en estrés crónico. Hecho que, por desgracia, ocurre muy a menudo en nuestras sociedades. Esta manifestación negativa puede originar graves problemas físicos, psicológicos y/o conductuales. Su peligrosidad es tal que se ha llegado a llamar a esta dolencia el “silent killer” (asesino silencioso).

Es muy conocido que los efectos del estrés se pueden mitigar con una alimentación correcta, descanso apropiado y la práctica de ejercicio físico. En el presente artículo nos centraremos en los beneficios de este último.

Beneficios del ejercicio físico

Para ello comenzaremos mencionando que, diversas investigaciones realizadas, han demostrado que las personas con una condición física buena suelen tener por lo general menores niveles de estrés que las que la tienen peor (Galper et al., 2006; Rimmele et al., 2007; Pedersen & Saltin, 2015). Es por ello que la Fundación española del corazón recuerda en su web que la gente que hace más deporte suele ser más tranquila, y afronta los problemas de una forma más pausada.

Y es que todos los que hemos practicado alguna actividad deportiva con regularidad hemos experimentado alguna vez que la tensión, ansiedad, ira o rabia que se sentía al principio se ha convertido, al acabar la sesión, en sensación de tranquilidad, optimismo e, incluso, plenitud.

En ese sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce, desde un estudio pionero de 1988, que el ejercicio no sólo mejora el estado físico, sino también el psicológico. En la actualidad, esta organización considera que los beneficios del mismo a este nivel se pueden resumir en:

  • alivio de estados de ansiedad, depresión y tensión nerviosa,
  • cambios positivos en la autopercepción,
  • bienestar emocional,
  • mejora en la autoconfianza,
  • aumento de la claridad de pensamiento.

¿Por qué se produce el efecto beneficioso?

Los motivos por los que estos efectos se manifiestan son diversos y multifactoriales. Entre ellos podemos citar los siguientes:

  1. Se activa el sistema cardiovascular, lo que conlleva que llegue más oxígeno y nutrientes a todas las zonas del cuerpo.
  2. Se liberan endorfinas. La actividad física potencia el aumento de la producción de estos neurotransmisores que están relacionados con las sensaciones de bienestar y relajación.
  3. La mente se distrae de problemas y preocupaciones. Más allá de ser una mera forma de distracción, muchos autores consideran que se trata de un efecto de meditación en movimiento.
  4. Aumenta el ánimo y la autoestima. El deporte nos hace sentirnos fuertes y capaces, nos ayuda a asimilar el sufrimiento y, como ha escrito Begoña Beristain, nos permite afrontar la vida diciendo “ven que puedo contigo”.
  1. El movimiento conseguirá que la energía interna fluya y eso hará que nos sintamos mejor. No sólo circulará la sangre, como se ha indicado antes, sino también la energía vital dejará de estar estancada y se moverá de manera más natural.

Y es que la práctica del deporte, sin que sea de una manera extenuante o ultracompetitiva, puede convertirse en una fuente de sensaciones tan deseables como la vitalidad, la fortaleza o el optimismo. Y puede llegar a convertirse en un calmante existencial e, incluso, ir más allá y transformarse en una experiencia espiritual. Esta posibilidad la describe gráficamente el ultramaratoniano Scott Jurek cuando cuenta en su autobiografía: “Pero cuanto más tiempo corro y más lejos llego, más me doy cuenta de que lo que andaba buscando era un estado de la mente -un lugar donde las preocupaciones que me parecían monumentales se disipaban, donde la belleza y la atemporalidad del universo y del momento presente se perfilaban y se enfocaban-”.

Solo hay que ser capaces de dar el primer paso

Terminamos el artículo animando a realizar ejercicio de manera regular y moderada por sus ventajas emocionales y anímicas. Una de las excusas que más se emplean habitualmente para no hacerlo es la falta de ánimo y energía necesarios para empezar. Sin embargo, lo que llevamos expuesto hasta ahora revela la aparente paradoja de que precisamente es esa actividad la que se acaba convirtiendo en fuente de energía y bienestar emocional.