Lo que Darwin no sabía de las emociones positivas

 

Sin duda, las emociones más estudiadas por la Psicología han sido las denominadas emociones con valencia negativa como el miedo, el enfado, la angustia y la tristeza, entre otras. Como bien detalló Charles Darwin, las emociones negativas han tenido un papel importante en la evolución humana. No hay duda de que enfocarse en los estímulos negativos del medio ambiente y la reacción automática que las emociones nos proporcionaban ha facilitado la supervivencia de la especie humana.

 

Por su parte, hasta hace muy pocos años las emociones positivas eran vistas como emociones secundarias y poco interesantes para la investigación. Se entendía que las emociones positivas no tenían un papel importante en la supervivencia o la adaptación y que sólo existían para compensar a las negativas. Una de las investigadoras que más sólida y sistemáticamente ha estudiado las emociones positivas y sus efectos es Barbara Fredrickson, directora del Laboratorio de Emociones Positivas y Psicofisiología (PEPLab) de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. De acuerdo con Fredrickson, las emociones positivas son igual de importantes para la evolución que las emociones negativas y suponen un complemento de las anteriores. Las emociones negativas solucionan los problemas de supervivencia inmediata y protección del sistema mientras que las emociones positivas están más relacionadas con el crecimiento personal y social.

 

En otras palabras, emociones positivas como la alegría, el amor, la inspiración, el optimismo o el orgullo, promueven la apertura y el desarrollo personal y social, dicho de otra forma, permiten construir nuevas ideas y capacidades, vínculos, redes, proyectos comunes, etc. Lo que Darwin no sabía de las emociones positivas es que éstas han permitido que la especie humana evolucione, crezca y se desarrolle. Y es que, probablemente, los grandes avances e inventos de la humanidad han sido sólo posibles gracias al optimismo de algunas personas con una particular visión positiva.

 

Aunque las emociones positivas pudieran parecer transitorias o efímeras, sus efectos a nivel personal y social pueden observarse a largo plazo. En su teoría de ampliación y construcción de recursos, Barbara Fredrickson (2009) sugiere que las emociones positivas amplían nuestra atención y expanden nuestro rango de percepción. Esto nos permite construir recursos internos duraderos que indirectamente nos preparan para lidiar con las adversidades en el futuro.

 

¿Qué beneficio aportan las emociones positivas? Hoy día contamos con un amplio número de evidencias científicas que señalan las múltiples consecuencias favorables de vivir emociones positivas. Por ejemplo, las personas bajo un estado emocional más positivo son más creativas y resuelven problemas con mayor facilidad. Los estados de ánimo positivos generan formas de pensamiento, más flexibles, menos rígidas. También tiene efectos sobre nuestra memoria, ya que atrae buenos recuerdos. También tienen efectos positivos sobre el comportamiento, ya que nos motivan para la consecución de objetivos y metas. Por ejemplo, sentir inspiración al admirar a otras personas, favorece que pongamos en marcha acciones para emular esos logros. Las emociones positivas nos abren la mente a mayores posibilidades, hacen que seamos más persistentes frente a los fracasos e incrementan nuestra motivación intrínseca llevándonos a asumir mayores retos. Por otra parte, las emociones positivas nos facilitan el conectarnos con los demás. Existe una estrecha relación entre afecto positivo e interacción social. Ambas se retroalimentan, es decir, el afecto positivo facilita las relaciones sociales y el buen clima y, a su vez, las relaciones saludables proporcionan más afecto positivo. Todo un círculo virtuoso.

 

Las emociones positivas también nos ayudan a recuperarnos de los sucesos negativos y a eliminar los efectos perjudiciales de las emociones negativas. Fredrickson plantea que a través de las emociones positivas el ser humano puede conseguir sobreponerse a los momentos difíciles y salir fortalecidos de ellos. Conceptos como resiliencia o crecimiento postraumático se sostienen en parte gracias al buen manejo de las emociones negativas, pero también a la aportación de emociones positivas como la esperanza, la unión, el agradecimiento o la sensación de fortaleza. Hay personas que se crecen ante la adversidad y son capaces de experimentar las situaciones estresantes como retos.

En resumen, podemos afirmar que la investigación científica está acumulando un buen número de evidencias que avalan los beneficios de experimentar emociones positivas así como la importancia de estas emociones no sólo para superar problemas, sino también para llegar a ser más sabios y más felices.

AUTOR:

Covadonga Chaves

Universidad Complutense de Madrid

Fundación Mapfre