En caso de estar haciendo ejercicio y notar una contractura, ¿Cómo debo actuar?
Si existe una regla de oro en el deporte es que siempre que se note dolor se debe parar. Aunque se trate de un leve tirón, forzar la zona afectada puede conducir a la aparición de una lesión. Las contracturas pueden aparecer tanto en el momento en el que se está realizando el ejercicio (contracción involuntaria y dolorosa del músculo) como durante el reposo, causada por una fatiga excesiva de las fibras, que no se recuperan ni se relajan adecuadamente. En todo caso, en el momento en que se note una contractura, lo más adecuado es detener cualquier acción que se esté realizando, reposar y estirar levemente la zona. El estiramiento, aunque puede producir microfisuras de las fibras, reorienta las fibras dañadas y favorece que, si se ha producido una rotura fibrilar, ésta cicatrice en el sentido natural y no formando una bola. Acto seguido se aplicará hielo (en gel o en cubitos) envuelto en tela, nunca directamente sobre la piel, para bajar la hinchazón y propiciar el riego sanguíneo en la zona. En este punto se aconseja visitar al médico especialista, quien dictaminará la gravedad de la lesión y el tratamiento que se debe seguir, que suele estar compuesto por la aplicación de medicamentos antiinflamatorios y la inmovilización. Durante los dos días siguientes a producirse el daño es recomendable evitar cualquier movimiento rápido y brusco que pueda afectar a la lesión. El reposo absoluto garantizará una buena recuperación de las fibras. Pasadas las primeras 72 horas, se puede comenzar a estimular la zona con masajes y estiramientos suaves. Es aconsejable esperar al menos una semana antes de volver a realizar ejercicio físico.
El realizar una adecuada forma de preparación deportiva no impide que, en algún momento, pueda surgir un problema imprevisto. Un catarro, una caída, una contractura, una rotura fibrilar, una tendinitis, un incidente cardiaco…
Cualquier incidente médico debe llevar al deportista a una consulta Médica y debe suponer la interrupción de la práctica deportiva hasta que se supere el problema. Una lesión aguda (esguince, contusión, rotura de fibra muscular) o una lesión crónica (tendinitis, fascitis, osteopatía de pubis) requieren el oportuno tratamiento y la reincorporación al entrenamiento, según indicación médica.
En la fase aguda, se puede aplicar frío en la zona de la lesión. Sus beneficios son: disminuye el dolor, inflamación, hinchazón y calambres musculares. Como riesgos del hielo, señalar que el uso prolongado puede ocasionar congelación.
AUTOR:
Asociación Española de Especialistas de Medicina del Trabajo