¿Es bueno comer carne?
El consumo de carne y su relación con la salud está siendo bastante cuestionado en los últimos años. ¿Son iguales todos los tipos de carne? ¿Qué son las carnes rojas, blancas y las carnes procesadas? ¿Qué hay de cierto en el alarmismo sobre cáncer y carne?
En 2015 la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, un organismo dependiente de la OMS emitió un informe en el que se clasificaba el consumo de carne roja como un elemento probablemente carcinógeno para los humanos El asunto generó un gran revuelo mediático.
La carne roja es aquella que se obtiene de las partes musculares de los animales mamíferos, la blanca la que no responde a esta definición (excepción hecha de la carne de roedores). Los derivados cárnicos o carnes procesadas por su parte, ofrecen muchas menos dudas a la hora de clasificarlos. Estos serían los productos elaborados con carne que han sido transformados mediante salazón, curado, fermentación, ahumado u otros procesos para mejorar el sabor o facilitar su conservación.
El ser humano puede incluir la carne dentro de un patrón de alimentación saludable, al igual que, si quiere, puede prescindir de esta fuente de alimentos y se podría tener un patrón de alimentación igualmente considerado saludable.
Pero no todo depende de la naturaleza de la carne en sí, el pronóstico de salud derivado de su consumo también está relacionado con la forma que tenemos de consumirla (cruda, a la parrilla, etc).
Las carnes pueden estar presentes en nuestros platos sin que tengamos que vivir de forma hipocondriaca ante todos los males que se le han atribuido en algunas ocasiones. No obstante, a la hora de marcarnos una dieta saludable, hay otros factores más importantes por los que preocuparse antes de la cantidad y la naturaleza de las carnes presentes en nuestra mesa.
Reducir un poco su consumo frente al que actualmente existe sería una buena medida, tanto por nuestra salud como por la del medio ambiente.
“Comer es una necesidad, pero comer de forma inteligente es un arte”