¿Conoces tu ikigai?
En este artículo nos gustaría dar a conocer el concepto japonés de ikigai, que designa toda una filosofía de vida y que se ha dado a conocer y puesto de moda en los últimos años gracias al trabajo de investigación y divulgación realizado por Héctor García y Francesc Miralles. Ellos viajaron a Okinawa, la región del mundo donde que concentra al mayor número de personas que han superado los 100 años, para investigar los posibles motivos de esa longevidad.
El secreto que trajeron para compartir con nosotros recibe el nombre de ikigai, que, en una primera aproximación, se podría traducir como razón de ser o sentido de vida. Desde esta perspectiva, el disponer de una motivación existencial, de una misión en la vida, dota a ésta de plenitud, sentido y belleza y que se logre mayor bienestar y longevidad. Por supuesto esta idea alude a un significado profundo de la existencia no a un deseo basado en la ambición o el capricho.
Además, el ikigai tiene que ser algo que se haga presente e ilumine la vida cotidiana no ser un objetivo a largo plazo por el que se trabaje de vez en cuando.
En ese sentido, alguien lo definía en una crítica literaria de internet como “aquello por lo que merece la pena levantarse con ilusión cada día”. Y no solo afectaría a nuestro comportamiento individual, sino también a la relación con los demás, con los alimentos, con la tecnología, etc. Por tanto, esta forma de ser influiría de forma global nuestra forma de estar en el mundo dotándole de una calidad y cualidad especiales.
Descubriendo nuestro ikigai
Y ahora que tenemos una imagen general y aproximada de lo que podría ser esta filosofía y estilo de vida que viene de Japón la preguntar debe ser ¿cómo podemos descubrir nuestro ikigai?
Éste surgiría, según la propuesta de Miralles y García, de la respuesta de cuatro preguntas cruzadas.
1) ¿Cuál es tu elemento?
Por tal se entiende el espacio y actividad en la que coinciden lo que nos gusta hacer y en lo que somos buenos. Es allí donde podemos desarrollar lo que nos apasiona sabiendo además que es útil. Una primera aproximación al descubrimiento de éste consistiría en tener claro si preferimos las actividades sociales o aquellas que se realizan en solitario.
2) ¿Qué te gustaba cuando eras niño?
Una pista muy valiosa para encontrar el ikigai es recordar aquello que más nos apasionaba hacer, lo que buscábamos cuando podíamos elegir por nosotros mismos, en lo que se nos pasaban las horas volando. Es decir, lo que nos gustaba antes que las expectativas de los demás, los “debería” y la inercia de la vida nos llevará por otros caminos.
3) ¿Cuánto tiempo estás dispuesto a invertir?
Aunque el ikigai sea nuestro propósito de vida eso no implica que tengamos que dedicarle el máximo de tiempo en nuestras ocupaciones, ni siquiera que sea la actividad a la que nos dedicamos laboralmente. Simplemente es suficiente que tenga un lugar importante en nuestra vida para que nos nutra y nos haga sentir más plenos.
4) ¿Te gustaría vivir de tu pasión?
En algún momento de la existencia se planteará el dilema de convertir el ikigai en nuestro medio de vida, sabiendo que eso implica una inversión de tiempo, energía y esfuerzo y que quizás debemos cambiar importantes aspectos de nuestra vida.
Es importante dejar claro que el ikigai tiene que tener inevitablemente un componente evidente de servicio y aportación a la comunidad. Esto hará que nos sintamos útiles y que comprobemos que estamos aportando a los demás, lo que aumentará nuestra satisfacción y autoestima. En cambio, si elegimos algo que nadie puede compartir ni reconocer, el ikigai no dará sus frutos.
Actuando nuestro ikigai
Una vez descubierto el propio ikigai es imprescindible tomar las decisiones e implementar las acciones necesarias para que ocupe un lugar central en nuestra existencia. Ello requiere trazarse un plan detallado para lograrlo y trabajar de forma constante para que se cumpla. A veces el cambio puede implicar grandes modificaciones en nuestra vida: del lugar donde vivimos, de cómo nos ganamos el sustento y de las relaciones que tenemos.
Beneficios del ikigai
Según los estudios realizados, el vivir la vida al servicio de nuestro propósito vital tiene esta serie de ventajas:
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Mayor esperanza de vida
No es casualidad que en las regiones de Japón en las que el concepto y la práctica del Ikigai está más presente se encuentran las personas más longevas.
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Vida más activa
Con este planteamiento de nuestras ocupaciones resulta mucho más fácil seguir activos porque lo que se hace nos resulta motivador, sencillo y enriquecedor.
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Menor incidencia de enfermedades crónicas
Las enfermedades habituales de las sociedades occidentales con su poco saludable estilo de vida, como las cardiovasculares y el cáncer, están mucho menos presentes en las “culturas ikigai”.
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Alejamiento del estrés, la ansiedad y las enfermedades mentales
Este estilo de vida asegura un vida más serena y centrada porque orienta a actuar teniendo en cuenta más el bienestar interior sin descuidar los resultados externos, que llegarán porque los realizamos satisfechos y motivados.
En cualquier caso, hay que aclarar que el objetivo del ikigai no es la consecución de la felicidad como tal, sino que ésta surge de manera natural porque estamos haciendo lo que nos gusta, lo que se nos da bien y lo que aporta algo bueno al mundo.
También queremos puntualizar que todas estas mejoras descubiertas en algunas sociedades de Japón no están asociadas exclusivamente a disponer de una motivación vital. También se ven influidas por otras características de la vida de estas comunidades como un ritmo de vida más reposado, una mayor presencia de la cooperación y la ayuda mutua, más tiempo dedicado a la celebración y el agradecimiento, etc.
Concluimos el artículo recomendando la búsqueda y trabajo del ikigai de cada uno y para ello le cedemos la palabra a Francesc Miralles que afirma que “dentro de ti hay una pasión, un talento único que da sentido a tus días y te empuja a dar lo mejor de ti mismo hasta el fin”.
¡Suerte para encontrarlo!