Los comportamientos antidepresivos ¿alternativa real a las pastillas?

 

A partir de los años 50 se empezó a popularizar el uso de pastillas antidepresivas para el tratamiento de la depresión y, aunque a lo largo de estas últimas décadas, los principios activos de los tratamientos farmacológicos se han ido modificando (en especial con la inclusión de los inhibidores de la recaptación de la serotonina), hoy en día siguen siendo una de las principales elecciones de tratamiento de la depresión. El tratamiento psicofarmacológico, aunque eficaz, presenta cierta resistencia por parte de la población. Algunos de los de los aspectos negativos del tratamiento farmacológico descritos por pacientes son las dudas acerca de su eficacia, los efectos secundarios que pueden resultar molestos, y sobre todo el miedo a la dependencia y al efecto rebote. Además, debido al estigma percibido y a los sentimientos de culpa, existe una tendencia a ocultar el tratamiento farmacológico.

 

Afortunadamente, para estas personas existen alternativas al tratamiento farmacológico que son similares e incluso mejores que los propios fármacos antidepresivos. En primer lugar, algunos tratamientos psicológicos como la terapia cognitivo-conductual. A raíz de los resultados de investigación más recientes, las recomendaciones en la selección de tratamiento se han ido modificando y actualmente las Guías de Práctica Clínica del Sistema Nacional de Salud (SNS) recomiendan tanto el uso de tratamientos psicofarmacológicos como tratamientos psicológicos.

 

Más importante aún, existen recursos al alcance de todos que han demostrado ser eficaces en la reducción de la sensación subjetiva de malestar en la depresión y que, si bien no sustituyen necesariamente el tratamiento dirigido por un profesional, permite que cada persona cuente con recursos que puedan reducir la intensidad de los síntomas, prevenir la aparición de nuevos síntomas y en definitiva afrontar la propia enfermedad si aún no es grave. Actualmente se ha puesto el foco de estudio en los llamados “comportamientos antidepresivos”, entendidos como aquellos comportamientos que tienen una influencia directa en la reducción, o eliminación, de síntomas depresivos como la tristeza patológica, apatía, dificultad o incapacidad para disfrutar de actividades placenteras, desesperanza, decaimiento, irritabilidad, sensación subjetiva de malestar, etc. Algunos de los comportamientos efectivos que mejor resultado están ofreciendo frente a la depresión son la práctica de deporte, salir a entornos naturales y el yoga o la meditación.

 

En un importante estudio realizado en EEUU por Andrea Dunn, psicóloga del Behavioral Science Research Center situado en Colorado, se encontró que la actividad física puede llegar a ser tan eficaz como el tratamiento farmacológico en pacientes depresivos. El estudio, que se llevó a cabo desde el año 2002 hasta el 2005 con pacientes de entre 18 y 70 años, mostró que la práctica de ejercicio físico diariamente, a niveles moderados e intensos en función de las características propias del individuo, puede llegar a aliviar en su totalidad los síntomas de la depresión.

 

La práctica del yoga o la meditación es otra actividad cuya efectividad frente a la depresión cuenta con respaldo científico. Por ejemplo en un estudio llevado a por la investigadora británica Karen Pilkington se revisó la evidencia científica existente para en la efectividad del uso del yoga como tratamiento de la depresión. Los resultados mostraron que en diversos ensayos clínicos donde se utilizaron diversas formas de yoga para el tratamiento de la depresión moderada y grave se obtuvieron resultados positivos y sin efectos adversos en la reducción de los síntomas depresivos.

 

Otras actividades, como salir a entornos naturales, también han mostrado su beneficio como método para prevenir y/o afrontar la depresión. Por ejemplo, en un estudio reciente dirigido por Gregory Bratman, un joven investigador de la Universidad de Harvard, se comprobó que la propia actividad de pasear de forma regular en entornos verdes en comparación con hacerlo en entornos urbanos produce cambios en zonas del cerebro que tienen impacto directo en la regulación de las emociones y en los pensamientos rumiativos que generan emociones negativas. Junto con otros estudios similares se puede concluir que el realizar actividad frecuente en entornos naturales facilita un aumento del estado de ánimo.

 

Si bien se ha mencionado que estas actividades o comportamientos antidepresivos son muy útiles como recursos para afrontar la depresión es importante señalar que, aún en ausencia de síntomas depresivos, el incluir en nuestra conducta habitual este tipo de ejercicios tiene prácticamente los mismos efectos beneficiosos en cuanto al aumento del estado de ánimo y en la prevención y protección de nuestra salud psicológica. Y evidentemente si los síntomas son significativos y/o estas estrategias no funcionan, es siempre recomendable consultar con su psicólogo o psiquiatra.

AUTOR:

Fundación Mapfre