¿Podemos compatibilizar las emociones agradables y las desagradables?

 

Los últimos meses han sido especialmente duros, tanto en nuestro país como para el mundo en general. Han sido y están siendo unos tiempos muy excepcionales, y es que no todos los días la humanidad se enfrenta a una pandemia mundial. Nos hemos visto obligados a confinarnos en nuestras casas, y a continuar con nuestro día a día mientras que en el exterior circula un virus del que prácticamente solo sabemos que se extiende con mucha rapidez y que tiene la capacidad de acabar con la vida de las personas más vulnerables.

 

Ante esta situación de incertidumbre han aparecido iniciativas que buscan fomentar las emociones agradables, eso sí, sin negar la realidad tan dura a la que nos enfrentamos.

 

¿En qué nos ayudan estas iniciativas? ¿Qué tienen las emociones agradables para aliviar el afrontamiento de situaciones difíciles? ¿Qué nos aporta, desde el punto de vista psicológico, tener momentos alegres o de disfrute en situaciones como la que hemos vivido y continuamos viviendo? Veremos algunas pautas que nos darán luz ante estas cuestiones.

 

Pesimismo vs. Optimismo. Una recomendación a tener en cuenta en el contexto de pandemia sería evitar una visión demasiado pesimista con el fin de poder centrarnos en los aspectos que podamos controlar. Tanto en las redes sociales como en los balcones y zonas comunes de nuestras comunidades de vecinos aparecieron mensajes optimistas para dar aliento y ayudar a sobrellevar la situación. Cuando miramos al futuro con ojos optimistas y analizamos los problemas con una perspectiva de superación, nos vemos con capacidad de afrontarlos con éxito, no porque los neguemos o minimicemos, sino porque interpretamos la incertidumbre y a la dificultad como retos a superar.  De manera indirecta, focalizarnos en lo controlable es una vacuna contra la desesperanza y la depresión. Martin Seligman, profesor de psicología de la Universidad de Pennsylvania, enunció la teoría de la indefensión aprendida, según la cual un antecedente de la depresión es percibir que no tenemos capacidad de cambiar los sucesos negativos que nos acontecen. Por ejemplo, si sentimos que estamos contribuyendo a que la pandemia termine cuanto antes siguiendo las recomendaciones de distancia social e higiene, poniendo el foco en lo que depende de nosotros, reducimos la incertidumbre y encontramos un sentido a la situación a la que nos enfrentamos. Si sólo nos focalizamos en aquellos que no llevan mascarilla, nos genera descontrol. En el equilibrio está la virtud.

Disfrutar lo bueno sin suprimir lo malo. El confinamiento supuso una pérdida de refuerzos sociales, de ocio, de productividad, etc., que a priori podría predisponer a estados depresivos. No podíamos quedar con nuestros seres queridos, ni hacer planes al aire libre o de entretenimiento y numerosas personas perdieron sus empleos o tuvieron fallecimientos cercanos. Es importante tener en cuenta que no es recomendable suprimir las emociones desagradables que estas situaciones nos generan, debemos aceptar su presencia y entender que cumplen una función. Atenderlas y escucharlas es la forma adecuada de regularlas y de no percibirlas como descontroladas y peligrosas.

Apreciar las pequeñas cosas. Sin embargo, abrir la puerta y permitir entrar a esas emociones desagradables no es incompatible con disfrutar de los acontecimientos positivos que pueden venir de la mano de esta misma situación. Agradecer y aprovechar el poder pasar más tiempo con las personas con las que convivimos, valorar y elogiar a los equipos sanitarios a fin de agradecerles el esfuerzo que han hecho para salvar las vidas de cientos de personas, realizar actividades para las que nunca disponíamos de tiempo… Son algunos ejemplos de hechos positivos que coexisten con el horror de la pandemia. Centrarnos en ellos y prestarles atención puede ayudarnos a proteger nuestro bienestar.

Hay muchas experiencias a las que normalmente no atribuimos importancia (la belleza de las plantas de nuestro hogar, la relajación que nos proporciona una ducha, el entretenimiento que nos produce cantar una canción…). Y realmente es una tarea pendiente porque este puede ser otro mecanismo que nos facilite el afrontamiento de las dificultades. Dedicar unos minutos al día a valorar estos hechos con conciencia plena nos proporcionará emociones agradables y sensaciones positivas y nos dará energía, motivación y claridad de mente para afrontar mejor el resto del día.

 

En definitiva, la pandemia está trayendo muchas incomodidades y situaciones adversas que de manera inevitable nos generan emociones desagradables. Es fundamental que nos permitamos sentir esas emociones con libertad, y que paralelamente, tratemos también de tener en cuenta las oportunidades de generar emociones agradables que nos sirvan de consuelo y nos den fuerza.

 

AUTOR:

Teresa Pousada Fonseca

Psicóloga sanitaria – Universidad Complutense de Madrid