ENTREVISTA AL PERIODISTA DE TELEVISIÓN CARLOS GARCÍA HIRSCHFELD
Su rostro se ha convertido en un referente de la seguridad vial en nuestro país, y es que, gracias a la presentación de programas como Seguridad Vital, la concienciación ha llegado a millones de hogares. Carlos García Hirschfeld considera que en las televisiones debería haber más hueco para contenidos relacionados con movilidad y siniestralidad.
¿Consideras necesario que haya más programas como Seguridad Vital en la oferta televisiva? ¿Volveremos a contar con Seguridad Vital próximamente?
Ojalá regrese Seguridad Vital a TVE1. En TVE nos han dicho que el programa volverá pero aún no tenemos nueva fecha de producción de episodios. Y claro que considero que son necesarios los programas divulgativos, sobre todo en una televisión pública. Y hacer contenidos de divulgación que, a ser posible, no sean un pestiño. Las televisiones privadas también deberían comprometerse y, aunque no tienen un programa como tal, yo creo que hay que aplaudir el trabajo que se hace, por ejemplo, desde Atresmedia con Ponle Freno.
¿Qué opinión tienes de cómo los medios de comunicación tratan los siniestros viales, los fallecidos, heridos…? ¿Debería cambiarse la forma de informar?
Para mí el problema no es el tratamiento que se hace de los temas, sino la escasez de hueco para contenidos relacionados con movilidad y siniestralidad. Solemos ver casi siempre accidentes terribles, operaciones salida, algún cambio normativo… Lo raro es que se dedique un espacio más o menos frecuente a divulgar de manera positiva sobre la importancia de que nos movamos de una manera segura y sostenible. Pero es esencial. Lo que hay que hacer, parafraseando a Luis Aragonés, es divulgar, divulgar y divulgar. Y luego volver a divulgar y divulgar y divulgar. Si se hace, se consiguen resultados.
“Creo que la mayoría de los conductores somos o hemos sido imbéciles con suerte”
¿Crees que los medios de comunicación, especialmente las cadenas de televisión, ven los programas de seguridad vial como de interés público?
Seguro que sí. Pero una cosa es predicar y otra dar trigo. Puedes tener el convencimiento de que hay que abrir espacio a contenidos de seguridad vial, pero luego manda el rating y este tipo de programas, en el hipotético caso de que se metan en la parrilla, se emiten en horarios poco competitivos. A pesar de eso, “Seguridad Vital” siempre era líder de audiencia en su franja de emisión, lo que demuestra que la divulgación no tiene por qué generar rechazo. Pero estábamos en el horario en el que estábamos y, por eso, es muy importante que, si consigues el milagro de estar en el aire, trabajes mucho para que los contenidos tengan, además, vida online.
Como profesional de la comunicación, ¿qué opinión te merecen las campañas publicitarias actuales que se realizan desde la Dirección General de Tráfico respecto a las que se realizaban anteriormente? ¿Es necesario ser “impactante” para concienciar y llegar al espectador?
Las campañas divulgativas no deben dejar indiferente y el secreto está en variar los mensajes y el modo de generarlos. Pero, como te he dicho antes, para mí el secreto está en divulgar, divulgar y divulgar. Y en ese sentido, las campañas de la DGT y de otras instituciones ayudan tremendamente a llevar esos mensajes. Puede haber campañas mejores y otras no tan acertadas, y puede haber algunas más crudas y otras más convencionales, pero lo importante es trasladar mensajes veraces, edificantes y positivos a la ciudadanía. Cuantos más, mejor.
¿Cómo te definirías como conductor? ¿Aplicas todos los conocimientos adquiridos tras tantos años de dedicación a la seguridad vial?
Probablemente, si miro al conductor que era hace 15 años, me definiría como un imbécil con suerte. Porque creo que la mayoría de los conductores somos o hemos sido imbéciles con suerte. Y me explico. Todos cometemos imprudencias bestiales que no tienen consecuencias dramáticas porque no tenemos mala suerte. Ir a mucha más velocidad de la debida porque “estos límites son ridículos actualmente” o porque “yo tengo más destreza que la media”. O conducimos con alguna copa de más o no descansamos porque yo “estoy bien”. O vamos pegados al de delante “porque va pisando huevos”. O miramos el móvil “porque es un segundo y no me voy a matar por eso”. O no nos ponemos el casco, o llevamos al niño sin su SRI, o no nos ponemos el cinturón “porque, total, son 500 metros”. Todos pensamos que somos magníficos conductores y que son los demás los que merecen reprobación. Yo he cambiado radicalmente mi manera de conducir porque lo que he aprendido en estos años es que las imprudencias provocan dramas horribles reales. Y que, si no tenemos 5000 muertos anuales, es porque a muchos de los que hemos actuado como imbéciles nos ha salvado un milagro.
¿Has tenido alguna vez un percance en la carretera o algún pequeño susto?
Gracias a Dios, como conductor, no. De joven tuve dos sustos calcados yendo de copiloto con amigos que habían bebido demasiado y que pensaban que ir deprisa era una manera de demostrar su valentía y su extraordinaria habilidad. Y en ambos casos no nos matamos porque no tuvimos mala suerte. Dimos dos trompos y nos salimos de culo por el carril contrario. Vi pasar a milímetros farolas, muros y árboles y acabamos sin un rasguño. Otros, por desgracia, no han tenido tanta suerte como nosotros.
“Faltan dos inversiones económicas esenciales: hay que seguir mejorando nuestras carreteras, sobre todo las secundarias; y hay que rejuvenecer el parque”
¿Cómo ves la llegada de nuevas formas de movilidad como el patinete o el mayor uso de la bicicleta? ¿Qué opinión tienes del cambio en la forma de desplazarse que se está produciendo en las ciudades?
Como conductores de coches y motos debemos ser conscientes de que el espacio tenemos que compartirlo con otros; peatones, patinetes, ciclistas… Como peatones, ciclistas y conductores de patinetes debemos ser conscientes de que somos muy vulnerables en un entorno en el que dominan los vehículos motorizados. Y no olvidar que, aunque una bicicleta o un patinete no desplazan la masa de un coche o una moto, si vamos sin cuidado podemos hacer mucho daño a un peatón o a nosotros mismos. Desde mi punto de vista nos hace falta a todos un cambio de mentalidad. Mirar más hacia esas formas diferentes de moverse y hacia el transporte público. Pero para eso es esencial que los ayuntamientos inviertan. No podemos exigir al ciudadano que deje el coche en casa y vaya en transporte público si tarda media hora en coche y hora y media en transporte urbano. Tampoco le podemos decir que use más la bicicleta cotidianamente si no existen las infraestructuras adecuadas y se va a jugar la vida en el trayecto.
¿Qué medida crees que ha marcado un antes y un después en la seguridad vial de nuestro país y por qué?
Mirando hacia atrás 30 años, me parece indudable que lo principal es la enorme inversión que se ha hecho en mejorar las carreteras y en hacer trenes de alta velocidad que han sacado a muchos de los vehículos particulares. Los vehículos han mejorado tremendamente y, sin duda, el carnet por puntos ayudó de una manera muy notable, pero, dicho esto; en mi opinión el siguiente reto es rejuvenecer el parque. Y eso es imposible conseguirlo sin un compromiso serio de las instituciones.
La siniestralidad vial laboral es uno de los grandes retos, especialmente en los siniestros que se producen al ir y volver del trabajo. ¿Consideras que las empresas están lo suficientemente comprometidas?
En el programa hemos hecho infinidad de reportajes sobre iniciativas magníficas de diferentes empresas. Ideas muy buenas que, en ocasiones, se han acabado quedando en arranque de caballo y parón de burro. Pero me parece que este tipo de iniciativas, aunque no se rematen del todo, forman parte de esa lluvia fina de la divulgación. Hace años, pocas empresas daban formación y, desde luego, ninguna formaba en seguridad vial y movilidad. Que hoy lo hagan muchas es un avance extraordinario.
A pesar de las consecuencias de un siniestro de tráfico y las sanciones, todavía hay muchos conductores reincidentes que siguen sin ponerse el cinturón, conduciendo después de haber consumido alcohol… ¿Qué les diría?
Pues hay que reconocer que hemos mejorado muchísimo en los últimos años. Cada vez hay una mayor conciencia de no mezclar alcohol y conducción y de la necesidad de ir protegidos por el cinturón o por el casco. Pero, por desgracia, uno de cada cuatro muertos el año pasado iba sin cinturón. Y, lamentablemente, alcohol y drogas siguen apareciendo en la mitad de los siniestros mortales. Hay que seguir insistiendo y divulgando para que esa lluvia fina continúe haciendo su trabajo. Son miles los jóvenes que no permiten a sus amigos conducir borrachos. Y decenas de miles los conductores que piden a todos los que se montan en sus coches que se pongan el cinturón. Pero, evidentemente, queda una enorme tarea por hacer.
¿Qué medida echas en falta o qué consideras necesario para que España siga mejorando en seguridad vial?
Algo fundamental es que dejemos de echarle la culpa solo al conductor. Ahora mismo me parece que es necesario que los políticos sean conscientes de que faltan dos inversiones económicas esenciales; hay que seguir mejorando nuestras carreteras, sobre todo las secundarias. Y hay que rejuvenecer el parque. Sé que ambas inversiones son elevadísimas, pero es aún más cara la siniestralidad. Por otro lado, opino que hay que ponerse serios de verdad con el uso del móvil al volante. Y por decir algo concreto y fácil de conseguir; pediría a las empresas de navegadores que, cuando hagan el cálculo de la duración de un trayecto, incluyan un descanso cada dos horas y que señalen la ruta más segura. Desde mi punto de vista, no debe pasar que me diga mi navegador que voy a tardar 5 horas y 40 minutos en ir desde Madrid hasta Cádiz. Porque eso significa que, o no voy a parar, o que voy a parar un rato, pero, en el resto del viaje, circularé a una velocidad muy superior a la permitida. Y, del mismo modo que muchos coches ya te piden que descanses, los navegadores deberían invitarnos también a parar.
¿Crees que el Objetivo Cero es un reto alcanzable?
Buff. No me parece fácil conseguir que en 2050 estemos en ese cero. Ni siquiera veo sencillo que consigamos en 2030 reducir en un 50% las víctimas mortales de siniestros. Pero si nos ponemos objetivos fáciles tendemos a esforzarnos menos y creo que debemos trabajar con ilusión y ganas para intentar acercarnos a ese sueño. Lo que ocurre es que no podemos olvidar que la siniestralidad es un problema en Europa, pero es un drama mayúsculo, principalmente, en los países más pobres del planeta. Los países ricos debemos trabajar también para reducir esa tragedia diaria que, en el mundo, se lleva 3700 vidas cada día. Porque, de esos 3700 muertos diarios, 3300 pierden la vida en países pobres.
AUTOR:
Fundación MAPFRE