Bienestar vs. Vitalidad
La vitalidad con la que contamos en nuestro día a día será mayor o menor en base a la energía de la que dispongamos.
Nuestro bienestar diario está ligado a nuestra salud.
Vivimos a tal velocidad que, en muchas ocasiones, nos olvidamos de que lo que realmente importa es cuidar nuestra salud.
El día a día se rige por el ciclo despertar-dormir-despertar y por la energía que tengamos para sobrellevarlo.
También se ve condicionado por nuestra alimentación, nuestro estado anímico y físico, las actividades que realizamos y los imprevistos que pueden surgir.
Es decir, nuestra vitalidad depende del equilibrio que exista entre nuestra salud y nuestro bienestar.
Desde una perspectiva rítmica, salud y bienestar no son lo mismo exactamente, por eso es importante cuidar el equilibrio que existe entre ambos.
La salud necesita estabilidad entre nuestros ritmos biológicos, así como en los movimientos regularemos de nuestro cuerpo que nos mantienen con vida (cardiacos, pulmonares, celulares, digestivos, neuronales, etc.)
Por ejemplo, cuando dormimos, necesitamos una salud estable que nos permita conciliar el sueño y descansar. Sin embargo, cuando estamos enfermos, nuestra salud se vuelve inestable, lo que hace que nos cueste más dormir.
Por otro lado, el bienestar diario, requiere una dinámica entre la salud personal y la actividad social. Esto implica que exista una armonía entre los ritmos naturales y los culturales.
Por ejemplo, tener un mal día, discutir con alguien, que no nos siente bien la comida o sufrir algún imprevisto o accidente, influye en la balanza entre el bienestar y el malestar, lo que afecta a nuestra salud, ya sea psicológica, física o nutricionalmente.
Equilibrio de trabajo
La consonancia que existe entre la salud y el bienestar se puede apreciar en la organización diaria de nuestro trabajo.
Organizamos nuestro día a día de tal manera que sepamos cuánta cantidad de energía necesitamos para sobrellevar todo.
La sociedad nos impone un ritmo de trabajo que, en muchas ocasiones, suele transformarse en estrés.
Cuando estamos cansados, molestos o exhaustos, se crean ciertas irregularidades en nuestro cuerpo.
En muchas ocasiones, dejamos a un lado nuestra prioridad hacia el descanso, ignorando que la vitalidad implica dormir bien para nuestra salud y para prevenir enfermedades.
Lo mismo nos sucede cuando nos toca esperar.
A lo largo del día, nos toca esperar en numerosas ocasiones, ya sea en casa, en el trabajo o en el transporte, lo que nos provoca una sensación de desesperación cuando ya no queremos esperar más.
Pero no solo son cansancios o esperas, son anomalías sociales que se dan cuando pensamos que el momento final es el que da sentido al momento actual.
El propósito del viaje no es solo llegar o volver, sino aprender, disfrutar y recorrerlo, pero sobre todo deleitarse con cada instante de vida que atravesamos.
Trabajar no tiene por qué ser solo una actividad planificada, también puede ser una experiencia con la que disfrutar, sin un objetivo final, como ganar dinero u otro tipo de recompensa.
Esta es otra consecuencia de separar salud de bienestar, cuando el único camino y propósito del trabajo solo es la recompensa monetaria.
Estabilidad entre lo natural y lo cultural
En la sociedad actual, hemos llegamos a creer que todo lo que hacemos tiene como objetivo el subsistir y el preservar nuestra salud.
Esta perspectiva hace muy complicado llevar a cabo numerosos trabajos que solo vemos como un medio para llegar a algo.
El bienestar es el resultado de compaginar lo natural y lo cultural en nuestro día a día.
Logramos este balance en la vida al combinar la salud con las decisiones que generan el bienestar social (familiares, laborales, económicas, políticas, educativas…)
Como mencionamos al principio, mantener el equilibrio dentro del ciclo despertar-dormir-despertar, es una unión entre las rítmicas naturales y culturales.
Esto ayuda a darle sentido y valor a todo lo que sucede desde que despertamos hasta que lo volvemos a hacer al día siguiente.
La armonía cotidiana, comúnmente vinculada a la compatibilidad entre el cuerpo y la mente, puede ser manejada considerando esta visión antropológica que fomenta la sincronización entre la salud y el bienestar.
“Nuestros cuerpos son nuestros jardines; nuestras decisiones, nuestros jardineros.“