Aproximaciones a la felicidad
La pregunta sobre qué es la felicidad y como lograrla es una de esas cuestiones claves de la cultura humana como también pueden ser las de si somos libres o si existen el alma y Dios, con los que tan relacionadas está.
Su respuesta ha sido fundamental a la hora crear escuelas de pensamiento, movimientos culturales e, incluso, la base de civilizaciones enteras.
En la actualidad parece que hemos puesto en manos de los profesionales de la psicología la responsabilidad de definir la felicidad y de mostrarnos el camino que hay que seguir para lograrla. Sin embargo, hasta hace dos siglos, este papel lo desempeñaban las religiones y las filosofías.
Por eso hemos considerado útil reunir en este artículo 10 definiciones de felicidad de filósofos de Occidente de todas las épocas.
Y queremos proponerte que, basándote en tus valores personales y en tu circunstancia vital actual, elijas con cuál de estas definiciones te sientes más identificado o te gustaría más trabajar para conseguir la satisfacción y la plenitud.
La elección que hagas te proporcionara importantes pistas sobre quien eres y el camino que has elegido.
Sócrates (470 a. C. – 399 a. C)
Para uno de los padres de la filosofía griega y, por tanto, de la cultura occidental, la felicidad no se podía alcanzar con la consecución de recompensas externas, sino con una sensación interna de éxito.
Platón (427 a.C. – 347 a. C.)
Platón, otro de los pilares intelectuales de nuestra civilización, consideraba que la felicidad radicaba en la capacidad de desarrollarse uno mismo y en el fruto de la satisfacción alcanzada a través de pequeños logros.
Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.)
Aristóteles, el tercer gran filósofo griego, sostenía que todos los hombres tenían como meta la felicidad y que ser feliz significa alcanzar las propias metas, de ahí que para cada uno resida en distintas esferas: dinero, reconocimiento, estabilidad, etc. Por eso sólo conociéndose profundamente uno mismo se puede aspirar a ella.
Epicteto (55 d. C.- 135 d. C.)
Epicteto, como el resto de los filósofos estoicos, consideraba que sólo se podía alcanzar el estado del que hablamos si uno se concentraba en lo que dependía de uno y evitaba dedicarse a lo que no. La consecuencia de esa forma de actuar y vivir en el mundo era la ataraxia, un estado de serenidad, impasibilidad y ecuanimidad.
Emmanuel Kant (1724-1804)
La felicidad, para Kant, sería el deber último y supremo del ser humano. Esta condición, desde este punto de vista, no dependería del destino ni de los demás, sino de uno mismo, y sería fruto de nuestro propio carácter y comportamiento.
Friedrich Nietzsche (1844-1900)
Según Nietzsche, nos convertimos en personas felices cuando nos damos cuenta de que aquello que nos oprimía, que nos hacía sentir angustia o zozobra, ya ha sido superado.
Para este filósofo alemán, la felicidad consistiría en una sensación de tener bajo control el entorno, así como tener contempladas todas sus variables. Para conseguirlo, consideraba que el ser humano debe desarrollar su voluntad de poder, que para él representaba esa fuerza que nos da la vida y que nos ata a ella, que convierte nuestra existencia en una experiencia atractiva; la misma fuerza que nos impulsa a enfrentarnos a todas las dificultades que en ella se presenten y nos conduce a la satisfacción.
John Stuart Mill (1806 -1873)
John Stuart Mill, consideraba la felicidad como la búsqueda del placer y la huida del dolor. Mill, siendo uno de los principales autores de la corriente utilitarista, sostenía que todo ser humano siente el impulso de ser feliz por encima de todos los demás deseos, pero no todos los placeres tenían el mismo valor para lograrla y era importante dar preferencia a aquellos que él consideraba superiores.
Bertrand Russell (1872 – 1970)
Russell consideraba que el amor es un instrumento para conseguir la felicidad. Para este filósofo analítico británico, que a pesar de ser matemático ganó del Premio Nobel de Literatura en 1950, el amor sería la herramienta para derribar el ego y superar la barrera de la vanidad y, por tanto, nos acercaría a los demás y a la felicidad.
José Ortega y Gasset (1883 – 1955)
Para Ortega y Gasset la felicidad que sentimos es directamente proporcional al tiempo que destinamos a actividades que nos agradan. Para este filósofo madrileño este estado surge de la afortunada coincidencia de aquello que queremos ser, lo que él designa en su obra “nuestra vida proyectada”, con lo que somos en realidad, es decir, “nuestra vida real”.